MANANTIAL DE AMOR (1972)

Comentario del libro:

Se publica este libro en el año 1972, es un canto a los amores cotidianos, al esposo en primer lugar, compañero de camino y fundamental en su vida, uno de los poemas más hermoso es OTRA CARNE SE PERFILA, que le dedica al saberse portadora de una nueva vida; hay varios poemas dedicados al hijo que tuvo con 42 años y que le ayudó a revivir sensaciones, y un sencillo y tierno poema a su primer nieto: PRIMER DIAMANTE.

Comienza a utilizar frases que le impactan, en este caso para el poema TE VOY SINTIENDO, la contenida en el Evangelio de Lucas 2,51 : «Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón» Hay poemas nostálgicos, dedicados a los hijos mayores, lejanos. Se trata de un precioso libro intimista, de su primera etapa creativa, en la que su horizonte es lo cercano, casi lo doméstico.

El prólogo es de D. Ignacio Aguilera, director de la Biblioteca Menendez Pelayo de Santander y nuevo presidente del Ateneo quien la solicitó su continuidad como presidenta de la Sección de literatura.

La portada es obra de Justo Guisández, su esposo.

En la última parte del libro, hay un pequeño diccionario con el significado de las palabras del lenguaje popular de la Cantabria montañesa, del que hace utilización en algunos de sus poemas.

Fue reeditado en Puerto Rico, en el año 1976, para Universidades, Institutos y Centros Culturales. .

LLEVO UN MUNDO DE ESTRELLAS

Pletórica de luz y mediodía
me acerco hasta tu pecho que me llama.
Voy hasta ti porque me piensas siempre,
porque esperas sentirme ya granada
y me das el caudal de tus raíces
en tu fecunda sangre enamorada.
Llevo un mundo de estrellas en mi vientre
que tu has de florecer, llegada el alba,
y encenderé paciente cualquier noche
como fuente de amor ilusionada.
Los pájaros sabrán cuanto te quiero.
Las nubes mirarán nuestra esperanza
y un mar de yedras y de helechos vivos,
serán el manantial de nuestras almas.

ESTE AMOR

Miro tus ojos y te siento dicha.
Toda mi sangre se despierta y arde
y me olvido del mundo, por mi mundo
que eres tú, en la grandeza de la tarde.
Se me alegra la piel y, cada día,
soy más mujer cuando tu pecho se abre
y amanece más luz en mis sentidos
cuanto más frutos crecen en mi carne.
Quieres vivir en mí, y yo te ofrezco
este panal sabroso de mi enjambre;
este amor, todo flor, que yo elaboro
y será la corona de tus árboles. .

OTRA CARNE SE PERFILA

Vendrás siempre conmigo, amante esposo,
escucharás las cosas que te diga
porque quiero que sepas que mi espiga
es parte de tu aliento prodigioso.
 .
Te llevaré hasta el valle soleado
donde el verde y el sol cubren la tierra
y te diré, mi amor, que en mí se encierra
nuestro capullo en sangre, deseado.
 .
Compañero de fuego en mis caminos,
que me ofreces tu vida castellana
y que dejas en mí, cada mañana,
la fuerza de tu ser y de tus trinos.
 .
Veras la luz brillar en mi pupila,
sentirás que me envuelve más ternura,
que el alma se me llena de dulzura
y en mi carne otra carne se perfila. .

TE VOY SINTIENDO

 Te voy sintiendo, hijo mío,
en mi plenilunio cierto.
Desde tu lecho de sombras
te irás haciendo lucero.
.
Me sonríes entre brumas,
me acaricias en silencio,
me presionas dulcemente
y eres tangible en mi seno.
.
Para poder contemplarte
las luces del alma tengo,
hasta que irrumpas glorioso
de mi corazón abierto.
.
Tan íntimamente unidos,
temblamos al mismo tiempo:
yo, acercándote al Señor;
tú, bendiciendo mi cuerpo..

ROSA DEL ALBA

Niño de mis anhelos
-espuma y nácar-
para verte dormido
un ángel baja.
.
Corderito de nieve,
flor de mi entraña,
el lirio de tu pecho
se ha vuelto llama.
.
Lucero de mis noches,
rosa del alba;
duerme que el mar te vela
de madrugada.
.
En la magia del sueño
vuelas sin alas
y un pájaro te mira
desde una rama..

QUE PENA TENGO

Duérmete pronto paloma,
la luna tiembla.
Brisas de la mar te mecen
y te despeinan.
.
No tengas miedo a mi lado,
duerme gacela,
que el sueño viene en silencio
por la ribera.
.
Que pena tengo conmigo,
-pensar que crezcas-;
la copa del pino esbelto
no ve su tierra.

RIE MI ESPERANZA

Me entristece el temor,
arde tu frente.
¿Qué tendrás niño hermoso
para que tiembles?

-El sol acaba de irse,
hoy ya no vuelve,
y me presiona un mundo
sobre mis sienes.

-Prende fuerte mi mano,
no me la sueltes.
En esta noche oscura
quiero tenerte.

-Te veo tan lejos, madre,
que me pareces
una virgen llorosa
junto al pesebre.

Llega la madrugada,
se fue tu fiebre
y ríe mi esperanza
sobre tu frente.

NUNCA ME SIENTO SOLA

Se hacen cuna mis brazos
bajo tu sueño.
Rayo de luz mis ojos
sobre tu pelo.

Con plenitud de estrella
crece en mi pecho
y en néctar se derrama
para tu cuerpo.

Si te pongo a mi lado
no corre el tiempo.
¡Qué hermosura prenderte
sobre mi seno!

Blanca flor que a mi vida
llegaste a tiempo.
Nunca me siento sola
si te contemplo.

MATERNIDAD

Llenos mis brazos con tu carne rosa.
Sobre la mía tu capullo abierto.
Láctea y nívea sonrisa
entre tus labios puros y mi pecho.

Hacia tu boca sana que succiona
fluye la miel nacida de mi seno.
Rayos y luz de goces
entre las blancas flores de dos cuerpos.

Tu piel de nardo, toda seda y nácar,
en mi redondo sol tibio y moreno.
Todo tú, florecido
por la savia caliente que te ofrezco.

Tu pensamiento lleno de horizonte.
El mío en la penumbra del recuerdo.
Alto mi corazón
hasta volcarle en ti, rasgado y pleno.

A LOS HIJOS LEJANOS

Mi corazón se ahoga en sentimiento.
El dolor me deprime, me desgarra
y otra vez soñaré vuestra presencia
en las horas del día, tan calladas.
Horas que se deslizan lentamente,
hacen fresca la luz de la distancia
y me traen la dulzura del recuerdo
trenzado, entre su sueño de añoranza.
Mis lágrimas caen lentas, doloridas,
cargadas de ternura y de nostalgia.
Mis suspiros se escapan en deseo,
vuelan por el verdor de la esperanza
o se deshacen en un ansia viva
sobre el delirio ardiente de mi alma.

LAS MADRES CUENTAN

Las madres cuentan estrellas
en las noches que se van,
por los hijos que se fueron
sin sentir su soledad.
Los hijos ya no se acuerdan
de sus desvelos y afán,
ni saben del río interno
que les dio todo el caudal.
Las madres siguen contando
estrellas, mientras se van.

SIETE DÍAS

Hoy he sido ternura desplegada.
Hoy mi hogar se ha colmado de alegría
y de recias pisadas.
Nuestra casa encalmada, que dormía,
es molino de brazos
y nos crece la unión de la familia.
¡Qué desorden, mi Dios! y sin embargo
siete días con luz de mediodía;
llenos todos de dulces confidencias
y montones de dicha.
Siete días de jóvenes torrentes
cuyo caudal envuelve nuestra vida.
Una semana…y luego…
del fuego solo queda su ceniza;
pero, sigue un rescoldo indefinido
de ausencia estremecida;
de silencio uniforme y descontento,
de lejanas pupilas.
Ya tan solo hay recuerdos coagulados
mientras la tierra en su rodar suspira.

QUE DULCE ERA MI ANDAR

Fui creciendo contigo, y en ti misma,
volví  a ser niña con tus niños años
y te sentía y me sentía.
Qué hermoso caminar con tu dulzura;
reflejarme en la luz de tus pupilas,
nueva de esmaltes y de sol,
y beber la emoción recién nacida
del alba de tu acento.
Qué dulce era mi andar, si te sentía.
Hoy, que se ha alzado tanto tu cintura,
te siento mediodía
y pienso que en tus hombros han crecido
dos alas encendidas.
Alas con las que vuelas y te alejas.
Ves la cumbre, brilla,
y olvidas tu niñez, nuestra niñez.
Qué dulce era mi andar, si te sentía.

NANA AL NIÑO MONTAÑES

Nana mientras llores,
nana, niño, nana.
Niño de mi cuévana,
niño de mis ansias.
Ven, voy a arroparte
con lana «jilada»
de las mis ovejas
que triscan y balan.

Nana de mis labios,
mientras las «anjanas»
van por la «cambera»
suben por las lastras;
corretean gráciles
por las frescas brañas
y ríen jugando
o jugando danzan.

Nana de mis brazos.
Una voz te canta:
llega de la tierra
maternal y blanda.
Tierra de sembrado
que se vuelven entraña
y un día he de darte
frutos de su savia.

Nana hasta que calles;
nana, niño, nana.
Duerme, que la nieve
en los montes cuaja.
En mi pecho hay fuego
en mis brazos ascuas
que avivan su fuerza
si tu no les faltas.

Nana hasta que duermas.
Que el viento en la rama
sacude y golpea
su gigante palma.
Cuando estés dormido
dejaré tu carga
sobre «el pajón de hoja»
de la maíz dorada.

Nana arrulladora,
clarín de palabras
con ecos tan dulces
como las tonadas.
Ruido de pastores
con paso de «albarca»
al bajar «coloños»
de las tierras altas.

Nana ya dormido,
nana, niño, nana.
Los prados son verdes,
verdes las montañas,
verde es la toquilla
que te abriga y tapa.
Verdes son tus ojos
como mi esperanza.

PRIMER DIAMANTE

Niño de mi niño, infante.
Brote de vigor ardiente.
Del agua de nuestra fuente
eres el primer diamante.

De la mente del Señor,
-caudal de luz sostenida-
nos ha llegado la vida
de tu capullo de amor.

Niño de mi niño, luna.
En tu blanco amanecer
quisiera volver a ser
doble madre ante tu cuna.

ERES LA DULCE PAZ

Eres la dulce paz soñada, esposo.
Eres abierta luz en mi negrura
cuando tu pecho fuerte se apresura
a darme su latido vigoroso.
.
Eres el árbol recio y poderoso
donde apoyo mi débil contextura.
Me das fuerza y amor, me das ternura,
en afán triplicado y generoso.
.
Eres, para mi ser valor profundo.
Claridad en la noche de mi mundo
y eterno compañero de camino.
.
Las raíces que hundimos en la vida
han prendido. Sus troncos en crecida
llevan savia de cielo en su destino.