Comentario del libro:
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Lleva una introducción de la autora, en que explica la razón del libro, el canto a personas que conoció y la enriquecieron, también los que tuvo la fortuna de sentir como amigos. Todos los poemas están dedicados y en cada uno intenta reflejar su retrato, su modo de ser, pensar y sentir. Se inicia con un autorretrato poético de la autora: SOY.
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La portada fue realizada por su esposo Justo Guisández.
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SOY
Soy fuerte corazón. Alma que sueña.
Una mujer de paso firme y breve.
Una forma de vida en cada instante.
Una larga mirada que se pierde
en el gris anchuroso de lo eterno
con donante fluir de aconteceres.
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Soy voluntad precisa. Claro verbo.
Codiciosa de afectos envolventes.
Exultante de luna, enfebrecida,
un místico latido me revierte
a las manos dulcísimas del aire
en magical ventura de corriente.
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Soy vigor vertical. Pulso en desvelo.
Pasión inquieta que detecta siempre
el tiempo de acusada nervadura
que nos ama o nos punza fieramente.
Vivo en tensión constante. Sin relevo
va mi ligero paso hacia la muerte.
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TU ANTEPASADO Y TU
(A Emilio Botín-Sanz de Sautuola)
Tu antepasado y tú.
Faros distintos;
pero con dimensión gigante
para esta tierra
que os vió nacer.
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Hoy, Santander se nombra
más allá de su mar y sus montañas.
Es cuna del saber,
luz prehistórica,
y pulso de finanzas
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Donde el vuelo del águila
sirve de paralelo; se le cita
como a genio que, oculto,
le protege y eleva
con suma inteligencia
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DUENDE DE CAMPOO
(Al P. José Calderón)
Buscaba por todo el valle
a su cronista oficioso:
“Duende de Campoo” curioso
que vagaba por la calle
tomando nota y detalle
en su límpido cristal.
Construía su panal
libando en la vida humana.
Le buscaba una mañana
con tristeza sin igual.
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Campoo se quedó sin “duende”
cuando le llevó el Amor,
cobijándole en la flor
de un copo de luz creciente.
La negra noche se tiende
sin hallar inspiración
y el Ebro, partido el son,
lleva acento plañidero.
Solloza el pueblo sincero
con luto en su corazón.
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ESCUCHÉ TU VOZ
(A Jesús Cancio)
De niña conocí tu desmesura
sintiéndome a tu lado más pequeña.
Luego escuché tu voz. Voz ribereña
sangrante de pasión y de amargura.
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Te veo Cancio. Pienso en tu figura,
sentado en un cantil o en una peña.
Veo girar tu frente marfileña
inclinándose al mar desde la amura.
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De bruma tu mirada se ha llenado.
Tus cabellos la espuma ha blanqueado
y hay temblor de galerna en tus mejillas.
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Veo tu anciano cuerpo que se pierde
en el paisaje nuestro, gris y verde,
o en la anchurosa playa de Comillas.
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SEÑOR DE LA CASONA
(A José María de Cossío)
Ya nunca gozaremos la emoción
de tu agudeza sana y retozona.
Ni volverá a esperarnos tu persona
llena de humanidad y corazón.
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El pueblo se consume en aflicción.
El fresno de tu huerto se abandona
en tanto tú, Señor de la casona,
no vuelvas al calor de su rincón.
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Sin tu amada presencia, solo frío
sentimos al llegar. No hay atavío
porque sin tí la aldea está vacía.
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Ahora que te has ido, que no llegas,
caminaremos por Tudanca a ciegas
con tristeza de pájaros sin guía.
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A TODOS MIS PAISANOS
A todos mis amigos, mis paisanos,
gozadores de ingenio prepotente,
que luchan con denuedo en el presente
para darse a futuros más humanos.
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A todos los artistas, -mis hermanos-,
que viven inquietud constantemente.
a los que aran el campo bravamente
bajo un cielo de tonos entrecanos.
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Quienes viendo la luz en este suelo
faenan en la mar, llenos de celo,
llenos de nuestras costas y montañas.
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A todo campesino que se afana
en su amor a la tierra, y no profana
las raíces que llevan sus entrañas.
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DERRAMANDO ALEGRÍA
(Al P. D. Miguel Manso)
Desde que nace el alba,
cada día,
te rodean raíces inocentes
inmersas en penumbra y en vacío.
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Tu, alimentas su círculo
con el efluvio del cariño santo.
Vas despertando en ellas
las verdes esperanzas,
las blancas ilusiones.
En sus mentes brumosas y expectantes
las sombras se despejan con amor.
Tú, las rescatas
del tiempo entristecido,
derramando alegría en su confianza.
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Flores sutiles
en la dura prisión de lo imposible,
te llueven,
te reclaman,
se aferran sin temores
a tu profundo vínculo crecido
y pueden sonreir, porque sonríes.